
Empecé a sufrir de insomnio a los 13 años. Ahora puedo entender muchas de las razones que lo ocasionaron. En ese momento solo era el acto de permanecer acostada boca arriba, mirando el techo y pensando en muchísimas cosas.
Dicen, y en ocasiones lo comprobé, que uno de los síntomas de la depresión es el sueño constante. Supongo que a la edad que comencé el insomnio estaba deprimida, pero mi cuerpo reaccionó a la inversa. Por supuesto, mi familia empezó a creer que yo era floja porque despertaba muy tarde, cuando la realidad era que había dormido solo 5 horas a lo mucho.
Muchos años después experimente el sueño intenso, pero siempre lo asocié al cansancio, a los desvelos que exigía la vida de estudiante, a mi mala alimentación y a mi eterno insomnio que no me deja dormir antes de las 10 de la noche.
Cuando era muy joven y vivía en casa de mis padres era muy desordenada. Mi cuarto era un campo minado todo el tiempo; del bote de basura siempre salían papeles, la ropa sucia y la limpia compartían el mismo asiento y el escritorio era el lugar perfecto para aventar objetos.
Ese es otro síntoma de la depresión, dicen los expertos. Hasta que empecé a vivir sola lo identifiqué, cuando me volví ordenada y el desorden era el reflejo de cómo me sentía por dentro. Así que cuando me doy cuenta empiezo a recoger mi cuarto frenéticamente porque si lo encuentro desordenado recuerdo precisamente el desorden que tengo en el interior.
No había notado el síntoma del sueño hasta ahora. Todos los días tengo muchísimo sueño y lo sientes diferente, no es el sueño agotador que se repone con una siesta, son, más bien, unas ganas inmensas de caer dormida, de desconectarte y de no estar presente. Me ha estado preocupando últimamente porque tengo sueño incluso en horarios que no debería tener sueño, cabeceo y cierro los ojos durante horas de trabajo, puedo estar “bien” en unos minutos y al siguiente regresa la pesadez en los ojos.
Lo peor de todo es que ningún sueño es reparador, ninguna siesta. Por las mañana si tengo tiempo me vuelvo a recostar antes de salir a mi destino y caigo dormida en un minuto. No es solo agotamiento, es pesadez, es un deseo irrefrenable de caer en sueño profundo y no estar despierta, no estar presente, no enfrentar la vida actual y no tomar las decisiones que tengo que tomar.
Dormir siempre ha sido mi parte favorita del día. Dormir te transporta al estado de inconsciencia donde no hay que tomar el control, sino todo lo contrario, pero ahora que me doy cuenta que mi sueño constante es por sentirme triste y en incertidumbre, me da miedo. Hubiera querido poder dormir y descansar desde hace 16 años.

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