Carta a ella

El primer paso complicado fue decirme feminista. Qué miedo dio al principio, qué angustia que me juzgaran o me hicieran un examen sobre cómo es ser una verdadera feminista, qué miedo el rechazo, sobre todo el rechazado de quienes amo, de mis amigas, mis compañeras, mis hermanas. 

Ser feminista es un acto político sí, pero es esencialmente lucha. En ese sentido, te quiero decir que todas somos feministas, todas resistimos, todas nos rebelamos, todas sentimos y nos cuidamos. Nuestro mayor acto de rebeldía es el autocuidado, pero qué difícil es lograrlo. 

Lo personal es público, las feministas lo decimos siempre, porque la violencia dentro de nuestros círculos íntimos se amplifica y llega arrebatarnos a nuestras compañeras de lucha, a nuestras hijas, a nuestras sobrinas, a nuestras hermanas, a todas las mujeres extraordinarias que nos rodean. Nos están matando y eso no es personal.  

No puedo decir que ha sido sencillo, todo lo contrario. Cargar las pesas de la opresión, el patriarcado, la violencia y la educación ha sido agotador, nos quieren cansar para dejar de luchar, pero no saben que somos más fuertes ahora, no saben que lo hemos hecho todo el tiempo durante nuestra historia. 

Unas veces, soy dura conmigo misma, otras veces amigas me han dicho: “muy feminista, pero haces esto u esto”. Es duro y aprendemos a juzgarnos todo el tiempo. ¿Cómo tú tan “así” y te dejas?, ¿cómo lo permitiste?, ¿cómo no te saliste? Y todo eso no nos hace más débiles, porque aún así seguimos resistiendo. A veces, hasta nos olvidamos de nosotras mismas y corremos a salvar a otro, y sí, a OTRO, dejándonos atrás. 

Somos madres, somos hijas, somos trabajadoras, somos tantas etiquetas que se nos olvida ser nosotras mismas. Saber que nuestros deseos, nuestros sueños y nuestra hambre de ser felices es válida, que lo merecemos. 

Estos días pensé que el feminismo no me alcanzó para decirte las veces necesarias que eres una mujer extraordinaria, que te admiro y que eres fuerte, valiente y no te pueden romper. Si sientes que estás agrietada, tienes un ejército de mujeres atrás de ti dispuestas a ayudarte a reconstruirte, a ayudar que esa grieta no te lastime más. 

Quiero decirte que no estás sola, lo que aprendimos las mujeres a lo largo de la historia es a cuidarnos, a ayudarnos, a pelear tomadas de la mano  porque nos hicimos más fuertes así, juntas, porque ella te enseñó a ser quien eres, porque ella te enseñó que puedes hacerlo y que eres la mujer de la que está orgullosa sin importar donde esté, aunque ella no nos acompañe físicamente, ella está, está en ti, en mi y todas las mujeres que estamos cerca de ti, porque no estás sola. 


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