Pase toda la tarde tirada en la cama, mirando al techo; luego me rote para abrazar mi almohada. Descubrí que mi cama no es tan cómoda. Escuchaba el silencio que acompañan los domingos híbridos de siempre, cantaba Cerati.
He tenido muchos ejercicios de reflexión y varias regresiones donde voy viajando al pasado para entenderme…otra vez estoy sola. Regresé al principio, y luego me pregunté: ¿cuándo he dejado de estar sola?
Podemos tenerle terror a la soledad, pero en realidad somos almas solitarias. No sé si es la época, esta generación, la melancolía que nos acompañó en versos donde nos refugiamos para conectar con algo, con alguien, para no sentir tanta soledad.
Me llegaron como una avalancha los recuerdos. Se me hizo un nudo en la garganta que desembocó en llanto, en el tan lejano frío que calaba los huesos. No es que hiciera frío, pero es esa clase de gélido sentimiento que te recorre el cuerpo y se siente tan real, tan físico y palpable que te causa escalofríos de la cabeza a los pies.
Volví a sentirme sola y seguía preguntándome si acaso dejé de estarlo. No quiero ser dramática, pero siempre me he visto a mi misma en recuerdos lejanos en completa soledad, con luces cenitales alumbrando un corazón roto que no quiere sanar o no puede.
Siempre me sentí sola aun en compañía y mientras crecí mis preocupaciones se empezaron a volcar en preguntarme quién acudiría a mi auxilio en un momento crítico, a quién le importaría si regreso a casa, a quién le llamaría si tengo una crisis de ansiedad…pero ahí estaba sola, en esa cama llorando, me sentí como cuando tenía 14 años o cuando tenía 16 años, o cuando tenía cualquier edad.
I release my body and there is no ghost of you inside my mind, I am moving on and thank God you let me try, you’re the reason I can dance within a fire of GOODBYES, I can lie in a dark room without the feeling that I’m lonely.
La clave fue, la clave sigue siendo saber que siempre estamos solas y solos. Hace tanto tiempo que ella, él se fue y ahora sé que, como cantaba Tom Chaplin, las casas vacías no son hogares. Debes saber que necesitas la soledad, saberte vulnerable y vivir con eso.
Es un fantasma cruel y oscuro, pero la conozco, no me es indiferente, de hecho, me hizo más fuerte en otros momentos de mi vida. Somos individuos, nos pertenecemos a nosotras y nosotros mismos incluso en nuestra muerte, nos arrojamos a la soledad y la amamos, con todo y lo terrible que nos parezca como sociedad, con lo mal vista que nos hacen creer que es.
Supe desde muy chica que yo iba a estar sola y que esa soledad sería mi más grande compañía. ¡Bienvenida de nuevo, te extrañaba, solo tú sabes quién soy, solo tú sabes, soledad, a qué le tengo tanto miedo y lo que más me duele!

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