14 de diciembre de 2019, desde algún lugar del agrietado corazón:
¡Hola, amor!
Me he estado preguntado ¿qué eres? ¿Eres la cremita corporal que me calentaba mi mamá para no sentir frío al salir de bañar? ¿Eres el abrazo de mi papá cuando nos vemos? ¿Eres la risa de ella cuando contamos algún chiste? ¿Eres ese platillo delicioso que me preparé y salió al primer intento? o ¿eres el último beso que nos dimos la última noche que lo vi?
No lo sé, a veces es difícil definirte, encontrarte o hasta sentirte. Supongo que estas en todos lados; que eres todo eso que te pregunté al inicio de esta carta. Ese es tu encanto. Te encontramos en tantos momentos y en tantas personas, pero eres escurridizo. Tal vez la escurridiza soy yo que, a veces, me niego a reconocerte, a reconocer que vives en mi y conmigo.
Esta vez no te vayas, quédate, hazme sentir que siempre estás presente, es que se me olvida.
Te espero pronto.
Atentamente
La que no sabe si está enamorada de ti.

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