Hoy me di cuenta que no todo lo que crece florece. El odio crece, la indiferencia crece, el machismo crece, los enfrentamientos crecen, las angustias crecen, los problemas crecen, las preocupaciones crecen, los dolores crecen, los tumores crecen.
Acá esta cuerpa y será mejor nombrarla así, mía, de mujer le ha dado por crecer; pero no florecer. Me recordó que los dolores del alma se materializan y se hacen síntomas para la medicina científica.
De pronto, el pasado y la herencia que convertí en sentencia de muerte aquella vez que escuché por primera vez la palabra cáncer en mi familia comenzaba a ser material.
Le temo a esa palabra, se repite como eco en mi cabeza, el presagio de una muerte inesperada, pronta y dolorosa. Me dolería lo que no hice, me dolería lo que me falta hacer y me dolería pensar que, tal vez, no le tuve tanto aprecio a la vida.
Perdóname, cuerpa, órganos vivos, órganos latentes por olvidar que están ahí y que sentimos juntas. Sentimos la rabia, la injusticia, el hartazgo, el cansancio, la tristeza, el miedo, la frustración, la importancia; sentimos el amor, la caricias, las palabras, los sonidos, las risas, las lágrimas, la música, los abrazos, el abrazo eterno en el que nos fundimos ella y yo. Mis ojos llenos de lágrimas porque en sus brazos volví a sentir el «hogar», aquello que busqué desesperadamente por encontrar y que desgastó mis pies y mis energías.
Tal vez, sentir todo eso hizo que creciera, que crecieran los sentimientos y las emociones; las buenas y las malas y que se alojaran en esta cuerpa el exceso de pensamientos, preocupaciones, incertidumbre y el ESTRÉS. Me pasa por existir, me pasa por esta existencia de MUJER.
Resisto existiendo y existo resistiendo. Habito en esta cuerpa con la que me debo reconciliar, a la que debo escuchar, porque no todo lo que crece florece. Creció en mi pecho, avisándome, cuerpa mía, que debo poner atención a la forma en la que resisto para no poner en riesgo mi existencia.
Esta bolita de 2.5 por 3 centímetros creció en mi seno derecho. Llego como una lección que se debe aprender, la advertencia de la cuerpa sabia, me dijo una amiga. Apareció entre la búsqueda de llamar un lugar hogar, en la búsqueda de sostenerme en este sistema precarizado; en la búsqueda de un sueño que no sé si se cumpla; en la búsqueda de ser libre, en la búsqueda de la emancipación de esta cuerpa que resiste y existe.

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